viernes, 11 de noviembre de 2011

XXV

El domingo por la mañana llega una tormenta que durará, según las predicciones, por lo menos una semana. Mis fantasías no iban tan desencaminadas, a las 0.0h seguirá siendo Noviembre pero podré ver la Luna. Es una lástima que no tenga aquí mi bici, pero hay otras muchas cosas que se pueden hacer.
Si fuese alcaldesa de Compostela sería una tirana increíble (F ↔ F) y el día de mi cumpleaños llenaría las calles de altavoces con los bajos a tope y me encargaría de la banda sonora de la jornada. Me sentiría como una especie de diosa de las emociones, despertándolas a mi antojo, perdiéndome en la ensoñación de ir desplegando puentes para que toda la ciudad pueda deslizarse confortablemente hasta mi sistema nervioso.
Por lo pronto Edgar me observa desde lo alto del armario preguntándose por qué demonios sigo con ese trozo de acero atravesándome el ombligo. Resulta que a mi colega ojeroso no le gustan las metáforas.

1 comentario:

  1. ups!! felicidades atrasadas! (e se algún día te presentas a alcaldesa tes o meu voto!)

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