domingo, 23 de octubre de 2011

A veces me gustan los cuentos para niños; otras veces no.
 Hay cuentos para niños escritos por adultos frustrados que creen recordar que han sido niños, y además hacen el esfuerzo cuando su editor llama por teléfono. Son ese tipo de cuentos con definiciones ocultas entre colores chillones, solapas desplegables y demás parafernalia. Esos cuentos no me gustan en absoluto.
 Hay otros cuentos para niños escritos por adultos en los que nunca podría aparecer Pepito Grillo (no se me ocurre ninguna manera mejor de acotar la categoría), y ésos me inspiran curiosidad veraniega de agua hierba..e insectos que me provocan a la vez asco y atracción. Son cuentos a pinceladas, nadie te lleva de la mano. porque los dientes de leche son sorprendentemente efectivos: pueden masticar por sí mismos.
 Después están los cuentos vividos por niños, pero supongo que por desgracia desde que uso sujetador ésos ya no me son accesibles.(cuando logro desintoxicarme lo suficiente como para reírme al romper sin querer la ventana de la vecina con la pelota, siempre acabo descubriendo que estoy jugando sola).

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